NUTRICION

miércoles, 12 de marzo de 2008

LA MALA NUTRICION



La mala nutrición está implicada en más de la mitad de todas las muertes infantiles alrededor del mundo – una proporción sin paralelo entre cualquier enfermedad infecciosa desde la Peste Negra. La mala nutrición está íntimamente vinculada con la mala salud y factores medioambientales. Y sin embargo, con harta frecuencia los planeadores, los políticos y los economistas dejan de tomar en cuenta o no comprenden esta realidad. Entre los malentendidos serios podemos citar los siguientes:
Mito Número 1: Fundamentalmente, la desnutrición es una cuestión de insumo inadecuado de alimentos. Falso. Desde luego, los alimentos son importantes. Pero la mayoría de la desnutrición seria es causada por mal saneamiento y enfermedad, que conducen a diarrea, especialmente entre los niños pequeños. La condición de la mujer dentro de la sociedad y la educación de las mujeres juegan un rol muy importante en el mejoramiento de la nutrición. Mejorar la atención de los niños pequeños es vital.
Mito Número 2: Una mejor nutrición es una de las consecuencias de otras medidas de disminución de la pobreza y del progreso económico. Lo uno no es posible sin lo otro. Igualmente falso. Mejorar la nutrición requiere acción enfocada de parte de padres y comunidades, respaldada por la acción local y nacional en materias de salud y servicios públicos, especialmente el suministro de agua y el saneamiento. Tailandia ha demostrado que es posible reducir la desnutrición moderada y severa en tres cuartas partes o más por semejantes medios en el espacio de una década.
Mito Número 3: Dados unos recursos escasos, la acción de base amplia es prácticamente imposible en una escala masiva, especialmente en los países pobres. Igualmente falso. A pesar de los graves reveses económicos, muchos países en desarrollo han hecho progresos notables. Más de dos tercios de los habitantes de los países en desarrollo ahora comen sal yodada, combatiendo la deficiencia de yodo y la anemia que afecta a alrededor de 3.500 millones de personas en unas 100 naciones del mundo, sobre todo a las mujeres y los niños. Cada año, alrededor de 450 millones de niños reciben cápsulas de vitamina A, para combatir la deficiencia que causa ceguera y aumenta la mortalidad infantil. Se han encontrado nuevas maneras de promocionar y apoyar la lactancia materna, y las tasas de amamantamiento se mantienen estables en muchos países, mientras en algunos otros estas tasas están incrementando. Por otra parte, la inmunización masiva y la promoción de la rehidratación oral para reducir las muertes causadas por diarrea también han hecho mucho para mejorar la nutrición.
En parte a resultado de semejantes medidas, el número y los porcentajes de niños desnutridos han bajado en todas las regiones del mundo, a excepción de Africa subsahariana. El Cuarto Informe de las Naciones Unidas sobre la Situación de la Nutrición Mundial revela que el número de niños de peso más bajo del normal menores de cinco años bajó de 175 millones en 1980 a 150 millones en el año 2000, con una disminución de la predominancia de 37% a 27%. En el transcurso del mismo período, el número de niños raquíticos desnutridos bajó de 220 a 182 millones, con el porcentaje disminuido de 47% a 33%. Y lo que es más impresionante aún, este progreso fue logrado en muchos países que atravesaban severas dificultades económicas.
Pueden deducirse tres importantes conclusiones de lo arriba enunciado:
El rápido progreso en la nutrición es posible, hasta en países pobres y en tiempos difíciles;
El progreso en la nutrición requiere estrategia y acción conscientes, que abarque una amplia gama de iniciativas adaptadas a cada país;
Hace falta crear consejos de nutrición nacionales – como los establecidos en Noruega y en una docena de otros países – para dar un foco para la acción, afinar la agenda a los detalles de cada país y actuar como guardianes. Estos son necesario tanto en los países desarrollados, donde la obesidad está aumentando rápidamente, como en los países en desarrollo.
La mala nutrición tiene consecuencias para toda la vida, especialmente cuando la desnutrición entre los niños es seguida por obesidad a mediana edad, como es el caso con cada vez mayor frecuencia en Asia del Sur. La investigación llevada a cabo en el curso de la última década ha demostrado que la enfermedad cardiaca y la diabetes entre personas de 60 a 70 años de edad están estrechamente correlacionadas con la desnutrición materna en el vientre de la madre y durante los primeros uno a dos años de vida. Así, un enfoque en la nutrición de las mujeres y de los niños, tanto en la matriz como en los primeros dos años de vida, es el punto de partida de lo que debería ser un enfoque de ciclo de vida para acabar con la desnutrición.
Poner fin a la desnutrición extrema significaría colocar los cimientos para una mejor salud y bienestar de la generación actual y conduciría a beneficios que se extenderán a las futuras generaciones a través del siglo xxi. La nutrición es el verdadero fundamento para una reducción sostenible de la pobreza. Y no obstante, todavía se la descuida.
Es hora de difundir una más amplia consciencia de los retos mundiales de la nutrición – y sus vínculos con la salud y el desarrollo sostenible – así como el conocimiento de las nuevas oportunidades para lograr avances a una escala mundial

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